Juan Mari Larrañaga Ysasi-Ysasmendi, autor de este blog

Juan Mari Larrañaga Ysasi-Ysasmendi, autor de este blog

domingo, 11 de noviembre de 2012

Alegría de vivir


Domingo B de la 32ª semana de Tiempo Ordinario.
PRIMERA LECTURA
La viuda hizo un panecillo y lo llevó a Elías
Lectura del primer libro de los Reyes 17, 10-16

En aquellos días, el profeta Elías se puso en camino hacia Sarepta, y, al llegar a la puerta de la ciudad, encontró allí una viuda que recogía leña. La llamó y le dijo: «Por favor, tráeme un poco de agua en un jarro para que beba.» Mientras iba a buscarla, le gritó: «Por favor, tráeme también en la mano un trozo de pan.» Respondió ella: «Te juro por el Señor, tu Dios, que no tengo ni pan; me queda sólo un puñado de harina en el cántaro y un poco de aceite en la alcuza. Ya ves que estaba recogiendo un poco de leña. Voy a hacer un pan para mí y para mi hijo; nos lo comeremos y luego moriremos.» Respondió Elías: «No temas. Anda, prepáralo como has dicho, pero primero hazme a mí un panecillo y tráemelo; para ti y para tu hijo lo harás después. Porque así dice el Señor, Dios de Israel: "La orza de harina no se vaciará, la alcuza de aceite no se agotará, hasta el día en que el Señor envíe la lluvia sobre la tierra."» Ella se fue, hizo lo que le había dicho Elías, y comieron él, ella y su hijo. Ni la orza de harina se vació, ni la alcuza de aceite se agotó, como lo había dicho el Señor por medio de Elías. Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL
Sal 145, 7. 8-9a. 9bc-10
R. Alaba, alma mía, al Señor.

Que mantiene su fidelidad perpetuamente, que hace justicia a los oprimidos, que da pan a los hambrientos. El Señor liberta a los cautivos.

R. Alaba, alma mía, al Señor.

El Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan, el Señor ama a los justos, el Señor guarda a los peregrinos.

R. Alaba, alma mía, al Señor.

Sustenta al huérfano y a la viuda y trastorna el camino de los malvados. El Señor reina eternamente, tu Dios, Sión, de edad en edad.

R. Alaba, alma mía, al Señor.

SEGUNDA LECTURA
Cristo se ha ofrecido una sola vez para quitar los pecados de todos
Lectura de la carta a los Hebreos 9, 24-28

Cristo ha entrado, no en un santuario construido por hombres imagen del auténtico, sino en el mismo cielo, para ponerse ante Dios, intercediendo por nosotros. Tampoco se ofrece a sí mismo muchas veces como el sumo sacerdote, que entraba en el santuario todos los años y ofrecía sangre ajena; si hubiese sido así, tendría que haber padecido muchas veces, desde el principio del mundo. De hecho, él se ha manifestado una sola vez, al final de la historia, para destruir el pecado con el sacrificio de sí mismo. Por cuanto el destino de los hombres es morir una sola vez. Y después de la muerte, el juicio. De la misma manera, Cristo se ha ofrecido una sola vez para quitar los pecados de todos. La segunda vez aparecerá, sin ninguna relación al pecado, a los que lo esperan, para salvarlos. Palabra de Dios

EVANGELIO
Esa pobre viuda ha echado más que nadie
Lectura del santo evangelio según san Marcos 12, 38-44

En aquel tiempo, entre lo que enseñaba Jesús a la gente, dijo: _ «¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas, con pretexto de largos rezos. Éstos recibirán una sentencia más rigurosa.» Estando Jesús sentado enfrente del arca de las ofrendas, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y echó dos reales. Llamando a sus discípulos, les dijo: «Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir.» Palabra del Señor

COMENTARIO

Muchas semanas, al leer las lecturas del domingo para escribir el comentario, se me ocurren un montón de cosas por decir, pero, conforme las voy plasmando en un documento, me voy bloqueando y, aunque pida la ayuda al Espíritu Santo, llega el domingo y no tengo nada. Es lo que me ha pasado las últimas semanas y, por eso, no he mandado nada ni he puesto nada en el blog.
 Muchas personas se sorprenden cuando van a un sitio mísero y pobre a ayudar, creyendo que se van a encontrar con personas poco menos que desesperadas y tristes, y se encuentran con personas sencillas, pobres y muy alegres. ¿Por qué? La alegría de estar vivo, estemos cómo o dónde estemos, debería ser para todos la más importante de las razones.
Tanto la primera lectura como el Evangelio nos presentan a una viuda pobre que, sin tener nada, da al profeta Elías –en la primera lectura– un panecillo y al arca de las ofrendas –en el Evangelio– dos reales, necesitándolo mucho más ella. Sin embargo, se fía mucho más en Dios que en lo que tiene.