Juan Mari Larrañaga Ysasi-Ysasmendi, autor de este blog

Juan Mari Larrañaga Ysasi-Ysasmendi, autor de este blog

viernes, 30 de agosto de 2013

Vaciar nuestro corazón de lo material para llenarlo de Dios.

Domingo C de la 22ª semana de Tiempo Ordinario.
PRIMERA LECTURA
Hazte pequeño y alcanzarás el favor de Dios
Lectura del libro del Eclesiástico 3, 17-18. 20. 28-29 
Hijo mío, en tus asuntos procede con humildad y te querrán más que al hombre generoso. Hazte pequeño en las grandezas humanas, y alcanzarás el favor de Dios; porque es grande la misericordia de Dios, y revela sus secretos a los humildes. No corras a curar la herida del cínico, pues no tiene cura, es brote de mala planta. El sabio aprecia las sentencias de los sabios, el oído atento a la sabiduría se alegrará. Palabra de Dios. 
Sal 67, 4-5ac. 6-7ab. 10-11
R. Preparaste, oh Dios, casa para los pobres.
Los justos se alegran, gozan en la presencia de Dios, rebosando de alegría. Cantad a Dios, tocad en su honor; su nombre es el Señor.
R. Preparaste, oh Dios, casa para los pobres.
Padre de huérfanos, protector de viudas, Dios vive en su santa morada. Dios prepara casa a los desvalidos, libera a los cautivos y los enriquece.
R. Preparaste, oh Dios, casa para los pobres.
Derramaste en tu heredad, oh Dios, una lluvia copiosa, aliviaste la tierra extenuada; y tu rebaño habitó en la tierra que tu bondad, oh Dios, preparó para los pobres.
R. Preparaste, oh Dios, casa para los pobres.


SEGUNDA LECTURA
Os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo
Lectura de la carta a los Hebreos 12, 18-19. 22-24a
Hermanos: Vosotros no os habéis acercado a un monte tangible, a un fuego encendido, a densos nubarrones, a la tormenta, al sonido de la trompeta; ni habéis oído aquella voz que el pueblo, al oírla, pidió que no les siguiera hablando. Vosotros os habéis acercado al monte de Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo, a millares de ángeles en fiesta, a la asamblea de los primogénitos inscritos en el cielo, a Dios, juez de todos, a las almas de los justos que han llegado a su destino y al Mediador de la nueva alianza, Jesús. Palabra de Dios.

EVANGELIO
El que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido
Lectura del santo evangelio según san Lucas 14, 1. 7-14
Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando. Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso esta parábola: - «Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro y te dirá: "Cédele el puesto a éste." Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto. Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: "Amigo, sube más arriba." Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido. » Y dijo al que lo habla invitado: - «Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos.» Palabra del Señor

 COMENTARIO
No es fácil dar una comida a desconocidos. Estamos acostumbrados a salir a comer con gente afín, gente que conocemos o que, por medio de otras personas, vamos a conocer en esa misma comida. Pero… ¿Qué pasaría si un día nos topamos de repente con alguien que, tal vez, conozcamos de vista y que no tenga posibilidades económicas, que, probablemente, no haya comido una buena comida desde hace mucho, mucho tiempo, y que esté pasando necesidad? ¿Seríamos capaces de invitarle a una buena comida, según nuestras posibilidades? ¿Le abriríamos nuestra casa para compartir nuestra mesa y nuestra comida? (Aquí estoy hablando de un pobre o un mendigo, pero también de discapacitados, cualesquiera que sea –físicos, psíquicos o sensoriales).
Tanto el Salmo Responsorial como el Evangelio, nos habla de que Dios tiene predilección por los pobres. Pero, ¡ojo!, hay muchos tipos de pobreza, como también los hay de riqueza.
En esta época tan materialista, donde cuánto más tienes más vales, donde ser rico y famoso a toda costa se ha convertido en casi una obsesión enfermiza, el ser pobre es poco menos que una tragedia. Pero más trágico es para una familia económicamente acomodada ver que uno de sus miembros lo deja todo y abraza la “pobreza evangélica”, cuando debería ser motivo de gran alegría y orgullo, especialmente si es católica practicante o, por lo menos, cristiana.
La pobreza evangélica es uno de los tres consejos evangélicos que todos, sea cual sea su credo y su condición económica, deberían practicar. Consiste en “dar testimonio de Dios como la verdadera riqueza del corazón humano. Pero justamente por esto, la pobreza evangélica contesta enérgicamente la idolatría del dinero, presentándose como voz profética en una sociedad que, en tantas zonas del mundo del bienestar, corre el peligro de perder el sentido de la medida y hasta el significado mismo de las cosas” (Vita Consecrata nº 90). En otras palabras: vaciar nuestro corazón de lo material para llenarlo de Dios.