Juan Mari Larrañaga Ysasi-Ysasmendi, autor de este blog

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domingo, 17 de junio de 2012

Criterio de Dios

Domingo B de la 10ª semana

Tiempo Ordinario

PRIMERA LECTURA

Ensalzo los árboles humildes

Lectura del Profeta Ezequiel 17,22-24


 

Esto dice el Señor Dios: - Arrancaré una rama del alto cedro y la plantaré. De sus ramas más altas arrancaré una tierna y la plantaré en la cima de un monte elevado; la plantaré en la montaña más alta de Israel; para que eche brotes y dé fruto y se haga un cedro noble. Anidarán en él aves de toda pluma, anidarán al abrigo de sus ramas. Y todos los árboles silvestres sabrán que yo soy el Señor, que humilla los árboles altos y ensalza los árboles humildes, que seca los árboles lozanos y hace florecer los árboles secos. Yo, el Señor, lo he dicho y lo haré. Palabra de Dios


 


 

SALMO RESPONSORIAL

Sal 91,2-3. 13-14. 15-16

R. Es bueno darle gracias, Señor


 

Es bueno dar gracias al Señor y tocar para tu nombre, oh Altísimo, proclamar por la mañana tu misericordia y de noche tu fidelidad. R


 

R. Es bueno darle gracias, Señor


 

El justo crecerá como una palmera, se alzará como un cedro del Líbano; plantado en la casa del Señor, crecerá en los atrios de nuestro Dios. R


 

R. Es bueno darle gracias, Señor


 

En la vejez seguirá dando fruto y estará lozano y frondoso, para proclamar que el Señor es justo, que en mi Roca no existe la maldad. R


 

R. Es bueno darle gracias, Señor


 


 

SEGUNDA LECTURA

En el destierro o en patria, nos esforzamos en el Señor

2Cor 5, 6-10


 

Hermanos: Siempre tenemos confianza, aunque sabemos que, mientras vivimos en el cuerpo, estamos desterrados, lejos del Señor. Caminamos guiados por la fe, sin ver todavía. Estamos, pues, llenos de confianza y preferimos salir de este cuerpo para vivir con el Señor. Por eso procuramos agradarle, en el destierro o en la patria. Porque todos tendremos que comparecer ante el tribunal de Cristo, para recibir el premio o el castigo por lo que hayamos hecho en esta vida. Palabra de Dios

 

EVANGELIO

Era la semilla más pequeña, pero se hace más alta que las demás hortalizas

Mc 4, 26-34


 

En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: "El Reino de Dios se parece a lo que sucede cuando un hombre siembra la semilla en la tierra: que pasan las noches y los días, y sin que él sepa cómo, la semilla germina y crece; y la tierra, por sí sola, va produciendo el fruto: primero los tallos, luego las espigas y después los granos en las espigas. Y cuando ya están maduros los granos, el hombre echa mano de la hoz, pues ha llegado el tiempo de la cosecha". Les dijo también: "¿Con qué compararemos el Reino de Dios? ¿Con qué parábola lo podremos representar? Es como una semilla de mostaza que, cuando se siembra, es la más pequeña de las semillas; pero una vez sembrada, crece y se convierte en el mayor de los arbustos y echa ramas tan grandes, que los pájaros pueden anidar a su sombra". Y con otras muchas parábolas semejantes les estuvo exponiendo su mensaje, de acuerdo con lo que ellos podían entender. Y no les hablaba sino en parábolas; pero a sus discípulos les explicaba todo en privado. Palabra del Señor


 

COMENTARIO


 

La mayoría de la gente de la época en la que Jesucristo vive su vida terrena, a la cual se dirige su mensaje, es sencilla y sin mucha cultura. De ahí que les hablara en parábolas, breves narraciones que encierran una educación moral y religiosa, revelando una verdad espiritual de forma comparativa. Se basan en hechos u observaciones creíbles, teniendo la mayoría elementos de la vida cotidiana. Sin embargo, entre los discípulos, hubo personas muy cultas, no solo israelitas, que se acercaron a Jesús y se convirtieron, aceptando su mensaje, que estaba inscrito desde siempre dentro de sus corazones.

Como dice san Pablo en la segunda lectura extraída de la Segunda carta a los Corintios, "caminamos guiados por la fe, sin ver todavía". Dejarse guiar por el Espíritu Santo, la fe en Él ciegamente, como un niño se fía de su padre, es clave para el seguimiento. Vemos, sí, pero, lo que se ve es lo corrupto, lo destinado al polvo, por muy bello y maravilloso que sea.

También san Pablo, en esta misma segunda lectura, nos advierte de que "todos tendremos que comparecer ante el tribunal de Cristo" y de que recibiremos un premio o un castigo según "lo que hayamos hecho en esta vida". Pero, ¿con qué criterio seremos juzgados? El del Amor. Como Dios es amor, el mismo amor con que Él nos amó debía serlo. Nuestros criterios son muy parciales por estar llenos de prejuicios, de egoísmo…


 

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