Juan Mari Larrañaga Ysasi-Ysasmendi, autor de este blog

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sábado, 2 de junio de 2012

La Santísima Trinidad

Domingo de la 9ª semana de Tiempo Ordinario.

PRIMERA LECTURA

El Señor es el único Dios, allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; no hay otro

Lectura del libro del Deuteronomio 4, 32-34. 39-40


 

Moisés habló al pueblo, diciendo: - «Pregunta, pregunta a los tiempos antiguos, que te han precedido, desde el día en que Dios creó al hombre sobre la tierra: ¿hubo jamás, desde un extremo al otro del cielo, palabra tan grande como ésta?; ¿se oyó cosa semejante?; ¿hay algún pueblo que haya oído, como tú has oído, la voz del Dios vivo, hablando desde el fuego, y haya sobrevivido?; ¿algún Dios intentó jamás venir a buscarse una nación entre las otras por medio de pruebas, signos, prodigios y guerra, con mano fuerte y brazo poderoso, por grandes terrores, como todo lo que el Señor, vuestro Dios, hizo con vosotros en Egipto, ante vuestros ojos? Reconoce, pues, hoy y medita en tu corazón, que el Señor es el único Dios, allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; no hay otro. Guarda los preceptos y mandamientos que yo te prescribo hoy, para que seas feliz, tú y tus hijos después de ti, y prolongues tus días en el suelo que el Señor, tu Dios, te da para siempre.» Palabra de Dios.


 


 


 

SALMO RESPONSORIAL

Sal 32, 4-5. 6 y 9. 18-19. 20 y 22

R. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió con heredad.


 

La palabra del Señor es sincera, y todas sus acciones son leales; él ama la justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra.


 

R. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió con heredad.


 

La palabra del Señor hizo el cielo; el aliento de su boca, sus ejércitos, porque él lo dijo, y existió, él lo mandó, y surgió.


 

R. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió con heredad.


 

Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, en los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre.


 

R. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió con heredad.


 

Nosotros aguardamos al Señor: él es nuestro auxilio y escudo; que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.


 

R. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió con heredad.


 


 


 


 

SEGUNDA LECTURA

Habéis recibido un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: «¡Abba!» (Padre)

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 14-17


 

Hermanos: Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios. Habéis recibido, no un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritan «¡Abba!» (Padre). Ese Espíritu y nuestro espíritu dan un testimonio concorde: que somos hijos de Dios; y, si somos hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, ya que sufrimos con él para ser también con él glorificados. Palabra de Dios.


 

EVANGELIO

Bautizados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo

Lectura del santo evangelio según san Mateo 28, 16-20


 

En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les habla indicado. Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban. Acercándose a ellos, Jesús les dijo: - «Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. » Palabra del Señor.


 

COMENTARIO


 

Al santiguarnos decimos: "En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo". Es la invocación más corta a la Trinidad Santa que vale tanto para iniciar un rato de oración, la Misa, pasar un miedo, evitar tentaciones…, como para bendecir. Lo solemos hacer sin decir palabra alguna, con el simple gesto de la señal de la cruz basta (santiguarse). Vemos este gesto, cada vez con menor frecuencia, en eventos deportivos para ponerse en manos del Dios Uno y Trino (tres personas y un solo Dios) o para agradecerle el éxito.

La Santísima Trinidad es el misterio de la comunidad del Amor glorificada y siempre santificada. En el Credo, enumeramos a las Tres Personas, al igual que al santiguarnos, y, sin embargo, nuestra fe se fundamenta en la Santísima Trinidad (cfr. S. Cesáreo de Arlés, Cat. 232). El mismo Jesús nos lo manda.

También nos dice: «Sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. » Pero…, ¿somos conscientes de ello realmente? ¿Creemos que Él está en el seno de Dios, que vive y que forma parte de la Santísima Trinidad?

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