Juan Mari Larrañaga Ysasi-Ysasmendi, autor de este blog

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viernes, 25 de mayo de 2012

El Gran Desconocido

Domingo de Pentecostés.

PRIMERA LECTURA

Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 2, 1-11


 

Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería. Se encontraban entonces en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones de la tierra. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma. Enormemente sorprendidos, preguntaban: - «¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿cómo es que cada uno los oímos hablar en nuestra lengua nativa? Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia o en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene; algunos somos forasteros de Roma, otros judíos o prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua.» Palabra de Dios


 

SALMO RESPONSORIAL

Sal 103, 1ab y 24ac. 29bc-30.31 y 34

R. Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.

Bendice, alma mía, al Señor: ¡Dios mío, qué grande eres! Cuántas son tus obras, Señor; la tierra está llena de tus criaturas.

R. Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.

Les retiras el aliento, y expiran y vuelven a ser polvo; envías tu aliento, y los creas, y repueblas la faz de la tierra.

R. Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.

Gloria a Dios para siempre, goce el Señor con sus obras. Que le sea agradable mi poema, y yo me alegraré con el Señor.

R. Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.


 

SEGUNDA LECTURA

Hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12, 3b-7. 12-13


 

Hermanos: Nadie puede decir: «Jesús es Señor», si no es bajo la acción del Espíritu Santo. Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común. Porque, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo. Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu. Palabra de Dios


 

SECUENCIA


 

Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre, si tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado, cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequia, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus siete dones, según la fe de tus siervos; por tu bondad y tu gracia, dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno


 

EVANGELIO

Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. recibid el Espíritu Santo

Lectura del santo evangelio según san Juan 20, 19-23


 

Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: - «Paz a vosotros.» Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: - «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.» Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: - «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.» Palabra del Señor


 


 

COMENTARIO


 

Invocación al Espíritu Santo

Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.

V./ Envía tu Espíritu y todo será creado.

R./ Y repuebla la faz de la tierra.

Oremos: Oh Dios, que has iluminado los corazones de tus hijos con la luz del Espíritu Santo; háznos dóciles a sus inspiraciones, para gustar siempre el bien y gozar de su consuelo. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Tras esta oración-invocación al Espíritu Santo, que debemos rezar todos los días al comenzar cualquier actividad, especialmente la meditación, doy comienzo este comentario.

El Espíritu Santo es el gran desconocido de la Trinidad y, sin embargo, es el nexo que une tanto al Antiguo Testamento con el Nuevo como a nosotros dentro de la Iglesia insertándonos en la gran historia universal de salvación del género humano. Además, es la fuente de inspiración para, dentro de la Iglesia, el nacimiento, florecimiento, discernimiento…, de familias religiosas, movimientos apostólicos, etc. Aparte, es también quien, a través de sus mociones, guía, acompaña y asiste a quienes tienen, por mandato divino, las funciones de dirigir y enseñar la grey. Y, por supuesto, amen de otras muchas funciones, es quien se encarga de repartir a cada uno los dones que necesita para cumplir la voluntad divina, respetando, lógicamente, la libertad humana, pero, cuando los reparte, lo hace a sabiendas de que será para que se manifieste la gloria de Dios.

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