Juan Mari Larrañaga Ysasi-Ysasmendi, autor de este blog

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sábado, 5 de mayo de 2012

La Iglesia católica es la verdadera vid enraizada en Cristo

Domingo de la 5ª semana de Pascua.
PRIMERA LECTURA
Les contó cómo había visto al Señor en el camino
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 9, 26-31


En aquellos días, llegado Pablo a Jerusalén, trataba de juntarse con los discípulos, pero todos le tenían miedo, porque no se fiaban de que fuera realmente discípulo. Entonces Bernabé se lo presentó a los apóstoles. Saulo les contó cómo había visto al Señor en el camino, lo que le había dicho y cómo en Damasco había predicado públicamente el nombre de Jesús. Saulo se quedó con ellos y se movía libremente en Jerusalén, predicando públicamente el nombre del Señor. Hablaba y discutía también con los judíos de lengua griega, que se propusieron suprimirlo. Al enterarse los hermanos, lo bajaron a Cesarea y lo enviaron a Tarso. La Iglesia gozaba de paz en toda Judea, Galilea y Samaria. Se iba construyendo y progresaba en la fidelidad al Señor, y se multiplicaba, animada por el Espíritu Santo. Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL
Sal 21, 26b-27. 28 y 30. 31-32
R. El Señor es mi alabanza en la gran asamblea.

Cumpliré mis votos delante de sus fieles. Los desvalidos comerán hasta saciarse, alabarán al Señor los que lo buscan: viva su corazón por siempre.

R. El Señor es mi alabanza en la gran asamblea.

Lo recordarán y volverán al Señor hasta de los confines del orbe; en su presencia se postrarán las familias de los pueblos. Ante él se postrarán las cenizas de la tumba, ante él se inclinarán los que bajan al polvo.

R. El Señor es mi alabanza en la gran asamblea.

Me hará vivir para él, mi descendencia le servirá, hablarán del Señor a la generación futura, contarán su justicia al pueblo que ha de nacer: todo lo que hizo el Señor.

R. El Señor es mi alabanza en la gran asamblea.

SEGUNDA LECTURA
Éste es su mandamiento: que creamos y que amemo
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 3,18-24

Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras. En esto conoceremos que somos de la verdad y tranquilizaremos nuestra conciencia ante él, en caso de que nos condene nuestra conciencia, pues Dios es mayor que nuestra conciencia y conoce todo. Queridos, si la conciencia no nos condena, tenemos plena confianza ante Dios. Y cuanto pidamos lo recibimos de él, porque guardamos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada. Y éste es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo, Jesucristo, y que nos amemos unos a otros, tal como nos lo mandó. Quien guarda sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él; en esto conocemos que permanece en nosotros: por el Espíritu que nos dio. Palabra de Dios.

EVANGELIO
El que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante
Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 1-8

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos.» Palabra del Señor.


COMENTARIO

La Iglesia católica es la verdadera vid enraizada en Cristo y cada uno de sus miembros, en virtud del bautismo, es injertado a modo de sarmiento. El bautismo hecho en las comunidades cristianas separadas es reconocido válidamente por la Iglesia católica como sacramento fundamental de la unidad de la que nos habla Jesucristo en su oración sacerdotal (cf. Catecismo 1271, Jn 17,22-23). "Solamente por medio de la Iglesia católica de Cristo, que es auxilio general de la salvación, puede conseguirse la plenitud total de los medios salvíficos. Creemos que el Señor entregó todos los bienes de la Nueva Alianza a un solo colegio apostólico, a saber, el que preside Pedro, para constituir un solo Cuerpo de Cristo en la tierra, al que tienen que incorporarse totalmente todos los que de alguna manera pertenecen ya al Pueblo de Dios. Pueblo que durante su peregrinación por la tierra, aunque permanezca sujeto al pecado, crece en Cristo y es conducido suavemente por Dios, según sus inescrutables designios, hasta que arribe gozoso a la total plenitud de la gloria eterna en la Jerusalén celestial" (UR 3).
Así pues, todos los que somos injertados en la vid por el bautismo hemos de dar, en la medida de nuestras posibilidades, mucho fruto de amor, si no queremos ser arrancados y echados al fuego. Una poda es bueno El Señor nos va podando de vez en cuando para que no nos acomodemos y sigamos dando mucho más fruto. Pero, ¿cómo nos poda? A cada uno según su designio de amor nos va quitando en cada momento todo aquello que nos estorba, aunque lo creamos imprescindible en ese instante, para el buen fin de nuestra misión.
De vez en cuando, es conveniente hacer un examen de conciencia exhaustivo, tomando cierta distancia, para ver qué hemos hecho, tanto bueno como malo, y perfilar, con la ayuda del Señor, un cambio de rumbo para no quedarnos anclados y poder avanzar soltando, si es preciso, todos los lastres para aligerar nuestra carga. Pero, también, conviene que no lo hagamos solos ni por nuestra cuenta, pues, de hacerlo así, corremos el riesgo de no estar cumpliendo la voluntad de Dios, sino la nuestra. Hay que acudir a la confesión o a la dirección espiritual cuando tengamos dudas acerca del cumplimiento de la voluntad del Señor.

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