Juan Mari Larrañaga Ysasi-Ysasmendi, autor de este blog

Juan Mari Larrañaga Ysasi-Ysasmendi, autor de este blog

lunes, 30 de abril de 2012

Buen Pastor


Domingo de la 4ª semana de Pascua

PRIMERA LECTURA
Ningún otro puede salvar
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 4, 8-12

En aquellos días, Pedro, lleno de Espíritu Santo, dijo: - «Jefes del pueblo y ancianos: Porque le hemos hecho un favor a un enfermo, nos interrogáis hoy para averiguar qué poder ha curado a ese hombre; pues, quede bien claro a todos vosotros y a todo Israel que ha sido el nombre de Jesucristo Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por su nombre, se presenta éste sano ante vosotros. Jesús es la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular; ningún otro puede salvar; bajo el cielo, no se nos ha dado otro nombre que pueda salvarnos.» Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL
Sal 117, 1 y 8-9. 21-23. 26 y 28-29
R. La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular.

Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los hombres, mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los jefes.

R. La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular.

Te doy gracias porque me escuchaste y fuiste mi salvación. La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente.

R. La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular.

Bendito el que viene en nombre del Señor, os bendecimos desde la casa del Señor. Tu eres mi Dios, te doy gracias; Dios mío, yo te ensalzo. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.

R. La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular.


SEGUNDA LECTURA
Veremos a Dios tal cual es
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 3, 1-2

Queridos hermanos: Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no le conoció a él. Queridos, ahora somos hijos de Dios y aun no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.  Palabra de Dios.


EVANGELIO
El buen pastor da la vida por las ovejas
Lectura del santo evangelio según san Juan 10,11-18

En aquel tiempo, dijo Jesús:- «Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estrago y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas. Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor. Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre.» Palabra del Señor.


COMENTARIO

La imagen del Buen Pastor la podemos asociar a los Obispos y los Presbíteros  en general porque, por el sacramento del Orden, reciben, de parte de Jesucristo, la misión de pastorear, es decir, dirigir y servir, al gran Pueblo de Dios hacia la patria celestial. Sin embargo, muy pocos caemos en la cuenta del hecho de que cada uno de nosotros, por el simple hecho de considerarnos cristianos, tenemos, dentro de nuestra vocación  especifica, la misma misión. Seremos Buen Pastor en la medida que llevemos a cabo nuestra misión dentro de nuestra vocación en nuestros ambientes más cotidianos.
Pero, ¿cómo saber cuál es la vocación a la que Dios me llama? ¿Cómo puedo estar seguro? Todos los hombres –y mujeres– tenemos una vocación única y personal, además de la universal a la santidad (Lunen gentium, cap. V), que habremos de discernir y descubrir. Es en la oración y en la historia personal de cada uno donde se manifiesta de forma más palpable y clara lo que Dios quiere y espera de nosotros.
A mí me llamó dos veces a la vida consagrada en el Regnum Christi: La primera fue en el año 2000, pero, una vez escita la solicitud de incorporación al Fundador –y director general, entonces–, me eché atrás porque no me consideraba suficientemente preparado. También, porque mi mentalidad era demasiado “carnal”, con demasiados pensamientos y actos impuros, y me faltaba la fe en que  Él me daría la fuerza necesaria para superar y resistir todo.
La segunda surgió a lo largo de unos ejercicios espirituales en el año 2006. Tenía novia formal. Mi director espiritual de entonces, antes de terminarlos y tras la confesión, me dijo: “Si quieres hacer la voluntad de Dios, deja a la novia”. Me quedé sin reacción.  Aquellas palabras fueron premonitorias porque, por un gran ataque de celos de ella –y no era el primero–, tuvimos que romper de forma amistosa medio año después –tan amistosa que soy su padrino de Confirmación–. Esta ruptura dejó las manos libres a la voluntad de Dios para que Él hiciese conmigo lo que quisiese.
Gracias, Señor y Pastor mío, por tu infinita misericordia para conmigo, pues me sé indigno servidor tuyo; gracias por mi familia; gracias por la vocación a la que me has llamado; gracias, en definitiva, por todo lo bueno y malo que hay en mi vida

No hay comentarios:

Publicar un comentario