Juan Mari Larrañaga Ysasi-Ysasmendi, autor de este blog

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viernes, 17 de febrero de 2012

Domingo B de la 7a semana de Tiempo Ordinario.

Perdón Gratuito


PRIMERA LECTURA
Por mi cuenta borraba tus crímenes


 Lectura del libro de Isaías 43, 18-19. 21-22. 24b-25


Así dice el Señor: «No recordéis lo de antaño, no penséis en lo antiguo; mirad que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis? Abriré un camino por el desierto, ríos en el yermo, para apagar la sed del pueblo que yo formé, para que proclamara mi alabanza. Pero tú no me invocabas, Jacob, ni te esforzabas por mí, Israel; me avasallabas con tus pecados y me cansabas con tus culpas. Yo, yo era quien por mi cuenta borraba tus crímenes y no me acordaba de tus pecados.» Palabra de Dios.


SALMO RESPONSORIAL
Sal 40, 2-3. 4-5. 13-14


R. Sáname, Señor, porque he pecado contra ti.


Dichoso el que cuida del pobre y desvalido; en el día aciago lo pondrá a salvo el Señor. El Señor lo guarda y lo conserva en vida, para que sea dichoso en la tierra, y no lo entrega a la saña de sus enemigos. 


R. Sáname, Señor, porque he pecado contra ti.


El Señor lo sostendrá en el lecho del dolor, calmará los dolores de su enfermedad. Yo dije: «Señor, ten misericordia, sáname, porque he pecado contra ti.»


R. Sáname, Señor, porque he pecado contra ti.


A mí, en cambio, me conservas la salud, siempre en tu presencia. Bendito el Señor, Dios de Israel, ahora y por siempre. Amén. Amén. 


R. Sáname, Señor, porque he pecado contra ti.


SEGUNDA LECTURA
Jesús no fue primero «si» y luego «no»; en él todo se ha convertido en un «sí»


Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 1, 18-22


Hermanos: ¡Dios me es testigo! La palabra que os dirigimos no fue primero «sí» y luego «no». Cristo Jesús, el Hijo de Dios, el que Silvano, Timoteo y yo os hemos anunciado, no fue primero «sí» y luego «no»; en él todo se ha convertido en un «sí»; en él todas las promesas han recibido un «sí». Y por él podemos responder: «Amén» a Dios, para gloria suya. Dios es quien nos confirma en Cristo a nosotros junto con vosotros. Él nos ha ungido, él nos ha sellado, y ha puesto en nuestros corazones, como prenda suya, el Espíritu. Palabra de Dios.


EVANGELIO
El Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados


Lectura del santo evangelio según san Marcos 2, 1-12


Cuando a los pocos días volvió Jesús a Cafarnaún, se supo que estaba en casa. Acudieron tantos que no quedaba sitio ni a la puerta. Él les proponía la palabra. Llegaron cuatro llevando un paralítico y, como no podían meterlo, por el gentío, levantaron unas tejas encima de donde estaba Jesús, abrieron un boquete y descolgaron la camilla con el paralítico. Viendo Jesús la fe que tenían, le dijo al paralítico: - «Hijo, tus pecados quedan perdonados.» Unos escribas, que estaban allí sentados, pensaban
para sus adentros: - «¿Por qué habla éste así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados, fuera de Dios?» Jesús se dio cuenta de lo que pensaban y les dijo: «¿Por qué pensáis eso? ¿Qué es más fácil: decirle al paralítico "tus pecados quedan perdonados" o decirle "levántate, coge la camilla y echa a andar"? Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados... » Entonces le dijo al paralítico: - «Contigo hablo: Levántate, coge tu camilla y vete a tu casa.» Se levantó inmediatamente, cogió la camilla y salió a la vista de todos. Se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo: - «Nunca hemos visto una cosa igual.» Palabra del Señor.


COMENTARIO


“Yo, yo era quien por mi cuenta borraba tus crímenes y no me acordaba de tus pecados”, decía el Señor a su pueblo por medio del profeta Isaías. La infinita misericordia de nuestro Dios es capaz de perdonar nuestros mayores crímenes, incluso el más horrendo, si somos capaces de reconocerlo. Para ello, necesitamos tener conciencia de que, cometiendo ese pecado, ofendemos gravemente al Señor, aunque lo hubiésemos hecho con la mejor intención y no hubiera en ese momento conciencia de pecado, y, sobre todo, luz interior y mucha humildad.


Pero también necesitamos fe. En el Evangelio de este domingo, Jesús obra un triple milagro con el paralítico. Primero, le perdona los pecados; pero se los perdona, no por una petición personal o colectiva de los que le llevaron, ya que hasta entonces nadie, salvo Dios, podía perdonarlos, sino por compasión y pura misericordia; de ahí que a los fariseos les pareciese una blasfemia decir “tus pecados quedan perdonados”. Segundo, le devuelve la movilidad del cuerpo paralizado; al igual que dije en mi comentario sobre el leproso de la semana pasada, el pecado paraliza. Y tercero, suscita en la gente la fe que, por supuesto, ya tenían el paralitico y los que lo descolgaron para que estuviese junto a Jesús.


La fe es un don que debemos pedir continuamente a Dios. Es, además, una de las tres virtudes teologales. Sin ella, no podemos conocer quién es Dios en toda su dimensión.


“Dios es quien nos confirma en Cristo a nosotros junto con vosotros. Él nos ha ungido, él nos ha sellado, y ha puesto en nuestros corazones, como prenda suya, el Espíritu”. Con estas palabras, San Pablo nos quiere decir que es Dios quien lleva verdaderamente la iniciativa, no nosotros. Podemos pensar en nuestra ignorancia que somos los que hacemos todo, que es nuestra la iniciativa de, por ejemplo, ir al confesionario para confesar nuestros pecados al sacerdote, cuando, en realidad, es Dios, a través de las mociones que su Espíritu Santo nos pone en nuestra alma, quien la toma y, antes de decir al sacerdote nuestros pecados, Él ya nos los perdonó. Pero, para ello, nuestra voluntad ha de estar conforme con nuestra conciencia en intentar no volver a pecar. 

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